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Síndrome de la mujer rescatadora

Por Susana López Reséndez

Si pudiéramos llenar una fuente con una moneda por cada mujer que ha intentado rescatar a un hombre, llenaríamos la Presa de la Boca. Y es que este patrón tan destructivo en las relaciones -lo que un amigo llamaba "mis muñecas rotas"- sigue siendo común y vigente en nuestra sociedad.

 

Y esto no es exclusivo de un género, sin embargo hay una marcada prevalencia en las mujeres. En la mayoría de los casos de violencia, hay detrás una mujer intentando enmendar, reeducar o redimir las heridas y comportamientos disfuncionales de la pareja o hijos.

 

Comúnmente la mujer se apega a parejas emocionalmente inestables e inmaduras. Enfocándose y depositando sus energías en resolver las necesidades del otro, (y aquí el punto delimitante) mucho más que en las necesidades propias. Al principio parecieran prospectos dulces, encantadores y prometedores, pero no mucho tiempo después muestran su otra cara siendo inestables, volátiles, agresivos o incapaces de un compromiso.

 

Y es entonces donde decidimos personificar el mito de mujer empática, comprensiva, fuerte y todopoderosa para pensar: "Seguro que con mi ayuda cambia". No me cabe la menor duda, que todas lo hemos hecho, ya sea con algún familiar, amigos o pareja. Hay mujeres cuyo proyecto interno es ir de rescate en rescate.

 

¿Qué le imposibilita a la mujer salir de esa dinámica? Para el rescatador, su valor recae en complacer a los demás buscando aprobación y reconocimiento por medio del sacrificio y resignación, huyendo al rechazo, al abandono, trascendiendo los propios límites del amor, gozando de cuando se le reconoce y se le necesita, aunque quedando exhausta tratando de ayudar a alcanzar su verdadero potencial.

 

Nos vemos sumergidos en este mito en parte por nuestra pobre educación emocional, la falta de límites por los patrones aprendidos socialmente, basta haber visto una telenovela para aprender que la mujer se convierte en la protagonista a base de llanto y sufrimiento. Una constante que he visto en la clínica es que vienen de fondo de familias en las que sentían la necesidad de cuidar o proteger a un hermano o padre.

 

Mucho más irónico e impactante, es la promesa silenciosa de que ese a quien rescatamos nos va a querer mucho más por el hecho de haberlo salvado. Si hablamos de parejas, la mujer hará el papel de la mamá del otro, en otro escenario, madre-hijo, la madre no deja de ser mamá y hace hijos dependientes que no saben dar solución a sus propios problemas.

 

Por eso, #noesdelocos saltar de corazón a corazón buscando rescatar, #noesdelocos querer romper con el patrón comenzando a poner límites y #noesdelocos querer buscar rescatarnos a nosotros mismos bajo la promesa de nuestro único e irrepetible amor propio.

Junio, 2020
Monterrey, NL. México
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